Muchas veces usamos o escuchamos usar la palabra “Zen” como una forma de describir un estilo visual.
“Este lugar tiene una decoración muy zen”, “esa web tiene un diseño muy zen”. ¿Qué es realmente lo que caracteriza al Arte Zen?
1. Asimetria (Funkisei)
Sugiere desfiguración, retorcimiento, deformación, distorsión o viación. Un círculo geométrico es perfectamente simétrico en todos los aspectos, pero también hay círculos imperfectos, malformados y desproporcionados. Desde afuera, estas formas perfectamente uniformes pueden ser desvirtuadas o destruidas. Ser deforme es ser denigrado, sin perfección.
2. Simplicidad (Kanso)
Ausencia de ostentación, monumentalidad y de obviedad. Significa ser limpio, cuidadoso y fresco, ser reservado aunque franco y abierto. Referido a la decoración de las habitaciones, un por ejemplo excelente es la simplicidad y la la prolijidad típica de las casas de té. También se prefiere la simplicidad en el uso del color: el más simple uso de color es evidente en las pinturas sumi, por su directa afirmación en un solo color. Por medio de una única tinta negra, todos los colores se expresan. La simplicidad se aproxima a la carencia de arte o temor. Puede ser considerada en términos de la frase “no una sola cosa” o el “uno” del típico del zen. La inmensidad del espacio sin nubes.
3. Madurez (Koko)
Austeridad. Maduro: tiene sentido de seco, marchito. Es un reducción de piel y huesos sin carne. En la naturaleza, la austeridad se refiere a todo aquello que haya envejecido, curtido por el clima y bien estacionado. Por ejemplo, un pino que ha persistido durante quinientos o mil años: un pino que parece estar con vida únicamente en virtud de su propia médula, que parece haber agotado todos sus elementos carnales, que pervive aunque hace mucho ha perdido verdor y frescura, tras siglos de luchar contra el viento y la nieve. Esta calidad de austeridad es imposible para un pino jóven. Kareku, “volverse seco” es uno de los más importantes aspectos del arte zen y en Oriente en general. Significa la desnudez de la escencia como culminación de una experiencia. Lejos de ser una pérdidad de vida, es haber vivido la vida en libertad, liberada de la-rueda-del-nacimiento-y-la-muerte.
4. Naturalidad (Shizen)
Ausencia de fingimiento o artificio. Lo que significa en este contexto no es lo mismo que “naturaleza en estado bruto”. Es “no irrazonabilidad”, “no idea”, “no intensión”. Esta naturalidad no puede ser prevista. En el rito del té se dice: “Es bueno que las cosas sean sabi, pero hacer sabi las cosas no es bueno, pues es forzado y artificial”. Aquello que alguien vuelve natural es innatural. La naturalidad debe involucrar una plena intensión creativa y, al mismo tiempo, debe ser inartística y no forzada.
5. Profundidad (Yugen)
Sutil profundidad. Se refiere a la sugerencia más que a la revelación total. La verdadera profundidad jamás se revela por completo. La totalidad no se expone del todo, sino que permanece parcialmente oculta a la vista. La verdadera habilidad jamás se despliega por completo o se agota, sino que subyace a la superficie como si no existiera. Es en esa instancia que sentimos la profundidad. Un grano de polvo contiene un universo, y la completa vaciedad almacena tesoros inagotables. Es a es la característica del yugen.
6. No mundanidad (Datsukesu)
Es la capacidad de liberarse por completo de “reglas y compases”. Esto también puede expresarse con las palabras “franco y abierto”, pues aquellos que están enmarañados en los asuntos mundanos no pueden estar genuinamente abiertos. La liberación de las ataduras mundanas es una de las características de la cultura zen. En el camino de la vida para un hombre zen consiste en liberarse de cualquier autoridad última como Dios o Buda, de otro modo, no es aún un hombre del zen. La persona que no tiene mente mundana, la persona del zen, está también liberada a de cualquier tipo de sojuzgamiento a leyes o reglas.
7. Quietud (Seijaku)
Literalmente, los dos caracteres chinos que componen seijaku significan “quietud soledad”. Alude a una naturaleza introspectiva. Su opuesto sería “ruidosidad”. Los actos de un hombre del zen no están acompañados por el ruido o la conmoción sino que se caracterizan por la calma y el silencio. Al hablar de quietud o calma, la aparición de cualquier cosa es en sí misma ruido o perturbación. En proporción a cuánto está en juego, lo que se expresa o revela es ruidoso o perturbador. Esta calma está bien ilustrada en el dicho “la quietud es actividad”.
Extractos del libro Zen y Arte, publicado en Japón en 1958, por el calígrafo pintor Sinyu Morita.